Introducción a las creencias en el Más Allá. Las almas del difunto. La tumba egipcia y su significado.


Introducción a las creencias en el Más Allá.


Conferencia del curso 2003-04 de la AEDE


Para comenzar un nuevo curso la AEDE ha creído conveniente impartir una lección introductoria, de conceptos generales, que permitan el seguimiento del mismo con mayor soltura. Muchas de las cosas que vamos a comentar, no por ser conocidas por todos, son menos importantes y conviene tenerlas presentes para el resto de las lecciones.

El pueblo egipcio ha llamado la atención en las generaciones actuales no solo por sus excepcionales monumentos y su peculiar escritura sino también por el concepto de la vida y de la muerte presente en toda su civilización.

La vida de los nilóticos de antes de Cristo ha sido estudiada con todo detalle en otros ciclos de conferencias. Su historia, literatura, ciencia, arquitectura,... se han plasmado en decenas de conferencias anteriores. Sin embargo, la muerte y el devenir en el Más Allá, el principal móvil de la evolución egipcia, han sido tratados con menos intensidad. Por ello la AEDE ha creído conveniente proponer este curso.

Desde tiempos inmemoriales el fenómeno de la muerte provocó un sentimiento de temor que fue mitigado por la creación de distintas doctrinas encaminadas a explicar la existencia del ser en el mundo y el propio universo.

Muchos de los aspectos intrigantes que nos acercan a la cultura egipcia están relacionados con el mundo de los muertos, pues la mayoría de los monumentos que nos han llegado responden a la idea de perdurabilidad inherente al pensamiento egipcio.

Desde que el hombre existe como tal en este planeta, tres han sido los interrogantes vitales que se ha planteado: ¿Para qué nacemos? ¿Por qué morimos? ¿Qué es de nosotros después de la muerte?

El pueblo egipcio, altamente civilizado, no podía inhibirse a estas preguntas y tuvo que darles respuesta. Este ciclo intentará acercar a los oyentes a las respuestas que la civilización de las orillas del Nilo dio para solventar estos interrogantes.

Iniciaremos nuestra andadura estudiando la composición del ser humano para los egipcios dinásticos, tanto aquellas partes que compartimos con el resto de seres que habitan el planeta, como las que nos diferencian. En algunos casos nuestras conclusiones entrarán más en el campo de la especulación que en el de la realidad, pues ponerse en la piel de un egipcio de hace 5.000 años es complicado para los investigadores modernos con los medios de los que se dispone actualmente.

En la TT 82, perteneciente a Amenemhat, hay enunciados hasta 14 elementos constituyentes del ser humano adyacentes o imbricados, pero independientes, que se reúnen para conformar al hombre quien no puede existir cuando falta alguna de ellos. Para Brunner-Traut el cuerpo humano en el mundo egipcio es la unión de elementos articulados conformando una especie de muñeco y no un conjunto de bloques regido y controlado por un centro, el cerebro.

Ahora pasaremos a describir brevemente los principales:

En primer lugar la sombra (Swt) cuya representación en jeroglíficos es un abanico, instrumento protector de los rayos solares. Desde los primeros momentos los egipcios asociaron la proyección solar con todos los seres tanto animados como inanimados, pues desde que sale el Sol hasta su ocaso, y exceptuando al mediodía en las zonas próximas al ecuador, todos los cuerpos sólidos tienen sombra. Un aspecto importarte es que, además, la sombra pone de manifiesto una forma semejante a la del individuo y que desaparece con la muerte de éste, incluso en los seres inanimados (supongamos una estaca que da sombra, si la quemamos, desaparece la sombra que proyecta).

Este elemento corpóreo es representado en las tumbas del reino Nuevo como un doble negro que sale del individuo en el momento de su muerte.



Cuidado del cadáver por Anpu (Anubis).
Al estudiar este componente tenemos que hacer una reflexión ¿Este concepto religioso permaneció a lo largo de toda la historia del pueblo egipcio? ¿Existiría un enfrentamiento entre grupos religiosos ortodoxos, mantenedores de la tradición, y comunidades de sacerdotes más científicos? Esto viene a colación por la utilización de la proyección solar en los llamados relojes de sombra ¿Cómo se vería el uso de un elemento inherente al ser para la medición del tiempo? Es posible que los sacerdotes egipcios diferenciaran entre la sombra de los objetos inanimados y la de los seres vivos evitando así conflictos religiosos o que al funcionamiento de los relojes se le diera una envoltura divina.


El cadáver tras la momificación.
El segundo elemento es el XAt, el cadáver. Un cuerpo inerte sobre un lecho de madera   Este componente sería el soporte físico del individuo, donde se acoplarían los aspectos espirituales que estudiaremos más adelante, es el resto corpóreo que queda del hombre y de los animales tras la muerte, lo que será sometido al proceso de embalsamamiento. Evidentemente un componente diferenciador con los seres inanimados. Quedaría por estudiar si este concepto incluiría o no las vísceras del difunto guardadas en los cuatro vasos canopos.


Vasos canopos para conservar las vísceras del
difunto.
El cuerpo físico del hombre, y por ende, su manifestación inerte, el cadáver, proviene, como demuestran muchos grabados a lo largo y ancho del Nilo, del trabajo del dios Khnum en su torno de alfarero (recordemos que la Biblia dice que Dios formó a Adán del barro). En él penetraría el ka para proporcionarle las funciones vitales transformándolo en Dt. Según esto, cuando el ka es liberado de él, el cuerpo pierde sus capacidades fisiológicas.

El Dt incorpora el corazón, gobernador de la conexión de la esfera corporal. Es de todos conocido que el desfallecimiento cardíaco provoca la muerte del cuerpo que se transforma en cadáver.

Según Bardinet este elemento incorpora dos aspectos:

El corazón jb que engloba la totalidad de los órganos internos es el reflejo de la inteligencia y el portador del estado de ánimo (recordad el papiro Westcar cuando el rey Khufu (Keops) es informado del nacimiento de los reyes que instaurarán la V dinastía). Tiene capacidad para transmitirse de la madre al hijo (‘oh corazón que perteneciste a mi madre’ reza una letanía del Libro de los Muertos).

El otro aspecto es el corazón HAty, la víscera cardiaca, donde se localiza la identidad personal. Objeto del pesaje en la balanza en el juicio del tribunal de Osiris (‘oh corazón de mis transformaciones’).


Formación del doble por el dios
Khnum.
Otro elemento es el kA, la fuerza dinámica impersonal,  el poder creativo de la vida, el cuerpo que aporta la vitalidad al cadáver suministrando las funciones fisiológicas (respiración, circulación,...) una vez que le interpenetra. Es un concepto intraducible, por lo que únicamente podrá describirse o mejor aún enumerar sus actividades. Se le representa en los muros de las  tumbas y en las estelas funerarias como un doble del cuerpo físico que puede soportar o no, sobre su cabeza, su signo jeroglífico, dos brazos extendidos en ángulo recto alzados hacia el cielo, en actitud de adoración o de abrazo. Algunos autores piensan que los brazos levantados son un símbolo mágico que adopta una actitud defensiva para proteger a su portador de las influencias malignas. También es modelado por Khnum de forma paralela al cuerpo físico.


Representación del
ka.
A diferencia del cuerpo físico, sobrevive a la muerte gracias a los alimentos proporcionados por los familiares del difunto en su tumba, de ahí la importancia de su culto y la creación de una casta sacerdotal especial para su mantenimiento, los sacerdotes funerarios o Hm-kA. En los contratos de Djefahapy podemos leer que


‘Es el sacerdote funerario de un hombre quien asegura sus propiedades y mantiene sus ofrendas’.

Además es el encargado de glorificar la estatua en las procesiones rituales.


‘Y saldrán detrás de su sacerdote funerario glorificándolo, hasta que alcancen la esquina norte del templo del mismo modo que lo que ellos hacen cuando glorifican a sus propios nobles difuntos el día de encender la antorcha’.

Es el destinatario de las invocaciones de ofrendas como veremos más adelante, pues el suministro tiene que perdurar en el tiempo para evitar su desintegración. Es posible que de aquí se derive el significado del vocablo kA  ‘sustento’.

Aunque no tiene la misma libertad de movimientos del bA, algunas tumbas conservan modelos de mansiones o casas que se utilizarán como sus moradas e, incluso para algunos autores, las pirámides subsidiarias de los complejos funerarios podrían tener la misma función durante el reino Antiguo.


Disposición de las manos del dios
formando el signo ka tras la cabeza
del rey en el obelisco caído de Karnak.
Es interesante notar como en escenas en las que el rey es coronado, una deidad coloca los brazos en forma de ka en la nuca del monarca. Algunos ejemplos los tenemos en el recinto templario de Karnak (el obelisco caído).

No solo los hombres eran portadores de ka, sino también los dioses. En este punto hay que recordar que Ra y, como imagen divina, algunos faraones eran poseedores de 14 kas que reciben diversos nombres: Hu representando la alimentación; Shepes, la gloria; Iry, la capacidad de producción de alimentos; Nakht, la victoria; Udy, la prosperidad; Uas, el honor; Akhu, el estrépito; Shemes, la fidelidad; Ayefa, la abundancia; Heka, la magia; Djehen, el resplandor; User, el poder; Seped, la habilidad y Pesedy, la luminosidad. Estudiando detenidamente estas facetas se puede entender un poco mejor su complejidad y la dificultad que tenemos los occidentales para su comprensión.

La importancia de este elemento es tan grande que se piensa que el nombre de Egipto deriva de ¡wt-kA-ptH ‘el templo del ka de Ptah’.

En los primeros tiempos dinásticos el ka se asoció al principio vital masculino, de ahí que el semental por excelencia, el toro, se pronunciara de la misma forma.

Hemos visto que las funciones del ka son de diversa naturaleza. En vida el consejo del ka es fundamental. Así en las Enseñanzas de Ptahhotep (135-7) se lee hablando del comportamiento que se debe tener en la mesa de un alto cargo.


‘En cuanto al grande, si está delante de las viandas, el comportamiento será de acuerdo a lo que su ka ordene; dará a aquel a quien quiera favorecer’.

Este cuerpo etéreo se alegra y se enfada. El ka no tolera las malas acciones.

En los versículos 124-5 del mismo texto podemos leer


‘No claves la vista en ello con numerosas ojeadas, pues molestarlo es lo que aborrece el ka’.

Y en 159-160,


‘No calumnies a nadie sea grande o pequeño. Es lo que abomina el ka’.

Tras la muerte es el encargado de anunciar a los dioses la llegada del rey difunto.

Otro elemento es el bA, traducido habitualmente como alma. Es el cuerpo de los sentimientos y las sensaciones que sobrevive a la muerte. En las primeras épocas, al comienzo del periodo dinástico, el ba fue considerado como manifestación de alguna divinidad y su plural, bau, indica los poderes divinos y del rey, pero al final del Reino antiguo, este concepto es aplicado al resto de los mortales.

Los muros de las tumbas y los papiros funerarios lo muestran como un pájaro, posiblemente un halcón, con cabeza humana. En otras ocasiones el jabirú (Ephioppiorrhynchus senegalensis) se usa con el mismo fin.



Representación del ba como un ave
con cabeza humana.
A diferencia del ka, el ba es capaz de salir de la tumba durante el día y vagar a su antojo para descender al pozo funerario en la noche. Los ritos funerarios de apertura de la boca  tienen como objetivo la separación del ba del cadáver antes del enterramiento definitivo como manifiesta el capítulo 94 del Libro de los Muertos.


Rito de apertura de la boca.
El ba se relaciona con el cielo mientras que el cadáver pertenece al mundo subterráneo, pero una vez liberado no puede olvidar su relación con el cuerpo que lo albergaba y al anochecer regresaba a su lugar de procedencia.

A lo largo y ancho de Egipto diversos animales son significados como representantes del ba divino. Así en Heliópolis, el ave fénix es el ba de Ra, y en Menfis, el toro Apis es el ba de Ptah. Incluso un dios puede considerarse como ba de otro verificando la complejidad del concepto que nos atañe (Osiris es llamado el ba de Ra).

El ba genera deseos en la vida de ultratumba ‘que pueda entrar en su casa, hablar a sus descendientes, ejercer el placer y recibir el amor de los que habitan en la Tierra. Es el cuerpo destinado a recibir el afecto de los parientes y amigos, por encima del ka.

Su creación es eterna, anterior a la presencia de la vida sobre la Tierra. ‘Nací cuando todavía no se había creado la vagina y la matriz no había dado todavía a luz.

El ba es jerárquicamente superior al ka como demuestra el capítulo 92 del Libro de los Muertos ‘el camino es tuyo y de tu ka, ba mío.

Y las acciones de los bas serán recompensadas el día del juicio universal.

El jeroglífico que lo representa es otra ave, el ibis crestado (Ibis comata).

La importancia del ba es de tal magnitud que en la hora VI del libro del Amduat se representa la fusión del ba solar con el cuerpo muerto del Sol para crear una nueva vida naciente, antes de ser atacado por su gran enemigo, la serpiente Apofis en la hora VII.

El siguiente elemento que vamos a describir es el Ax, el espíritu transfigurado, la conciencia cósmica que nos equipara a los dioses. Más que un constituyente del ser humano es un estado diferente del ser. Una vez que el difunto ha pasado el tribunal de Osiris y es proclamado mAa-xrw, el individuo se convierte en ‘espíritu perfecto’ y formará parte del mundo de ultratumba junto con los dioses y los muertos, aquellos seres incapaces, por sus malas acciones humanas, de superar el pesaje de su corazón.

La equiparación entre Axw y nTrw puede apreciarse en los textos de algunas estelas funerarias.

En la estela de Tjetji (BM 614) leemos


‘Una invocación de ofrendas consistente... y ofrendas de comida de las que desean comer los espíritus para el supervisor del tesoro y chambelán, el venerable Chechi’,

... mientras que en la estela de Senuseret (BM 108) encontramos


‘Una invocación de ofrendas consistente... todas las cosas buenas y puras de las que vive un dios para el ka del venerable Senuseret, justificado’.

Otro componente, en extremo fundamental es el nombre, rn, del propietario de la tumba. Es un elemento de reconocimiento. Los distintos cuerpos constitutivos del ser humano necesitan una referencia que es proporcionada por el nombre grabado en las paredes del enterramiento o en los textos funerarios guardados junto al cuerpo del difunto. Es importante para la rehabilitación social.

Damnatio memoriae.
Esto justifica de alguna manera las  persecuciones damnatio memoriae que pretendían no solo la eliminación de la faz de la Tierra del personaje en cuestión, sino su exclusión del mundo de los muertos.

El nombre es la manifestación de un ser, no un simple apelativo. Así en el Papiro Westcar (10, 9) leemos No seas poderoso en su vientre a pesar de este nombre tuyo de User[k]ef’.

A todos estos componentes del ser hay que añadir: el rango o dignidad (saH), el destino (SAy), el tiempo de vida (aHaw) suministrado por el ka, el nacimiento (msxnt), la crianza (rnnt) y el dios creador personal (Xnmw).

Veamos ahora algunos aspectos necesarios para comprender algo mejor las creencias religiosas egipcias.

El contacto con el difunto se estableció a partir de la dinastía VI con las llamadas cartas a los muertos, escritas en varios soportes (papiros, vasos ceremoniales, vendas de lino,...). Estos documentos muestran un aspecto peculiar de las creencias religiosas del momento. Los egipcios pensaban que algunos problemas terrenales podrían solucionarse por la intervención de los parientes que residían en el Más Allá. Consideraban vivos en la muerte a sus familiares fallecidos a quienes les hacían receptores de mensajes y requerimientos, exigiéndoles soluciones de orden legal. Es frecuente que un pariente recurra a un familiar muerto para que litigue con un enemigo por alguna confrontación en la vida eterna.

Un pequeño ejemplo lo tenemos en el interior del cuenco de Kaw el-Kebir

‘Viendo que tu dijiste que ‘Se hace entrega de todas mis propiedades a este hijo mío Shepesi’, atiende, los campos han sido tomados por el hijo de Ser, Henu. Mira, ahora que está contigo en la ciudad única, litiga con él ya que tus escribas también están contigo en la ciudad única’.

La influencia del muerto se muestra también de forma directa por las maldiciones ‘aquel que haga algún daño a esta tumba...’.

Por los datos de que disponemos, la muerte para los egipcios no era el final de su existencia, sino una frontera que separaba su vida terrena del ultramundo, al oeste del Nilo, lugar donde el Sol, generador de la vida, muere cada día.

En el Diálogo de un desesperado con su alma (20-1) se dice La vida es un estado transitorio; los árboles caen.

¿Cómo reconocen los egipcios su muerte?

El rito de apertura de la boca inicia la liberación de los componentes espirituales indicando al ser humano que su momento ha llegado, que su muerte se ha producido.

De forma diferente al cristianismo que propugna la resurrección de la carne y una vida futura renovada, el difunto egipcio solo podría mantener su status en el Más Allá si conseguía tres objetivos que vamos a detallar:

Momificación.
1. La conservación de su cuerpo mediante el proceso de momificación (iniciada durante la dinastía III) que tratará en detalle la Dra. López Grande en el mes de marzo, o de forma alternativa su representación en estelas, estatuas o pinturas.

2. Un lugar para el reposo, a modo de vivienda de eternidad, la tumba, cuya grandiosidad y diseño dependieron de la situación económica del muerto y de la época de su fallecimiento.

3. El ajuar funerario: muebles, alimentos y joyas que le permitirían mantener una vida semejante a la terrena. Como elemento sustitutivo servirían las representaciones de enseres y viandas grabadas en estelas o pintadas en las paredes de su recinto funerario. La escena de las ofrendas en la que se ve al muerto sentado en una silla frente a una mesa de ofrendas repleta de todo tipo de viandas, llamada escena del banquete, sustituye a los propios alimentos que eran dejados en la tumba en los primeros tiempos. Más tarde se reemplazó esta escena por listas de alimentos y viandas de carácter mágico. El simple nombramiento de los objetos sería suficiente para que los mismos estuvieran al alcance del ka. El mismo efecto tiene la invocación Htp-dj-nswt.

Dentro de este apartado estarían aquellos útiles necesarios para mantener su profesión en el Más Allá, como paletas de escriba.

Incluso podríamos citar aquí la presencia de ‘ushebtis’ (derivados del verbo wSb ‘respondedor’), los conocidos muñecos de cera, barro, madera, piedra o loza, encargados de reemplazar al muerto en las tareas diarias y que llevan grabadas letanías que lo identifican. Como ejemplo hemos traído el texto del ushebty de Bakemjonsu, sumo sacerdote de Amón durante los reinados de Seti I y Ramsés II, custodiado en el museo de Lyon (Francia) que dice:

‘Que sea iluminado el Osiris, primer profeta de Amón Bakemjonsu, justificado, quien dice:

“¡Oh ushebty!, si se requiere al Osiris, primer sacerdote de Amón Bakemjonsu, justificado, en cualquier trabajo que se deba hacer en el mundo subterráneo por un hombre en su cargo... haz acto presencia cuando se llame allí cada día al Osiris primer profeta de Amón Bakemjonsu, justificado”.

Es evidente que el pueblo llano no tenía posibilidades económicas para hacer frente a todos los requisitos y proveerse de lo necesario para el viaje final. El disfrute eterno estaría en manos de unos pocos: los reyes y sus familiares más allegados, altos funcionarios y artesanos de relieve, aunque al final de la conferencia veremos cómo los ciudadanos de a pie podrían pervivir a la muerte.

Sarcófago.
4. Nos queda el sarcófago con dos connotaciones: la primera como elemento de protección del cadáver y la segunda como la mansión del cadáver y de su asociado ka. En los primeros tiempos tenían las paredes casi lisas, en algunas ocasiones con nichos, pero con el paso del tiempo se grabaron en ellos elementos de protección, como símbolos y dioses protectores.

Es importante recordar que la cubierta interna del sarcófago era una representación del cielo (estrellas doradas sobre un fondo azul o la propia diosa celeste Nut).

A lo largo de la historia de Egipto, las personas con capacidad de acceder a los Campos de la felicidad (%xt-jArw) variaron dependiendo de un factor básico: el poder del soberano, el garante de los bienes de las Dos Tierras, el dueño del valle del Nilo. Ejemplos de este poder son las estelas funerarias que se inician con la conocida fórmula Htp-dj-nswt que habitualmente traducimos como ‘una ofrenda que da el rey’ (gramaticalmente una forma relativa imperfectiva si la asignación de la fórmula es correcta).

Durante el Reino antiguo este protocolo se vio acompañado, en algunas estelas de falsa puerta y monumentos semejantes, por el Htp-dj-nTr, donde el dios implicado era el chacal funerario Anpu (Anubis), el dios momificado Osiris o la divinidad representativa de la tierra, Geb, principalmente. En este periodo se hace coparticipes de la donación al rey y a la divinidad.

En la mastaba 28 de Saqqara tenemos la siguiente inscripción con omisión de la segunda forma verbal.

Htp-dj-nswt Htp-[dj]-Jnpw xnty sH nTr tpy Dw.f

‘Una ofrenda que da el rey y una ofrenda que da Anubis, quien está al frente de la capilla divina y está sobre su montaña sagrada’.

En el Reino medio parece que hubo una reinterpretación de la fórmula. La deidad donante pasa a ser el intermediario entre el rey y el difunto. Gramaticalmente, se elimina la coordinación entre las dos construcciones Htp-dj-nswt y el dios pasa a ser el objeto indirecto.

En la estela del visir Iuu, procedente de Akhmîm, fechada en el primer Periodo Intermedio, podemos leer

Htp-dj-nswt Wsjr m +dw

‘Una ofrenda que da el rey a Osiris en Busiris’.

No menos importante que las viandas típicas (pan y cerveza, aves y bueyes, alabastro y ropaje de lino,...) es la petición que realizan algunos nobles difuntos de ayuda para el tránsito hacia la tierra de la felicidad eterna.

Estela de Tjetji (BM 614).
Rescatamos la inscripción vertical de la estela de Tjetji, fechada en el reinado de Antef III y custodiada en el museo Británico de Londres con el número 614.

‘Que pueda cruzar el firmamento, atravesar el cielo, ascender al gran dios y ser enterrado en paz en el bello Oeste. Que el desierto le abra sus brazos, el Oeste coloqué sus manos hacia él y arribe al consejo del dios. Que se le diga por los grandes de Abidos ‘¡bienvenido en paz!, que se le den las manos desde la barca sagrada de Osiris en los caminos del Oeste y viaje felizmente en paz hacia el horizonte,  hacia el lugar en el que Osiris está. Que abra los caminos que desee hacia los pilonos que están en la tierra sagrada y los que están en la abundancia le den sus manos sobre la llanura desértica… Que su ka permanezca con él y las ofrendas en su presencia. El venerable Tjetji.

La última línea es muy sugerente ‘que el ka permanezca con él’. La presencia del principio vital es un elemento definitivo en la supervivencia del ser humano en la vida de ultratumba al igual que en la terrena.

Además hay otras prerrogativas: que sea glorificado en el cielo, poderoso en la tierra y justificado en el reino de los muertos.


Estela de Henenu.
En este punto hay un aspecto que debemos tener en consideración ¿quién es el receptor de la ofrenda? En la estela de Henenu, muy completa por cierto, tras la pertinente fórmula Htp-dj-nswt, la invocación de ofrendas y las prerrogativas para el acceso al Más Allá se lee


Que se suministre una comida funeraria en los festivales mensuales, en los festivales de medio mes y en todos los festivales para el ka del venerable Henenu.

Los egipcios conocían, sin duda alguna, que el cuerpo físico, el cadáver (XAt), no necesitaba alimentación alguna pues carecía desde el momento del fallecimiento de sus actividades vitales: no respira y no tiene capacidad para ingerir alimento alguno. Las ofrendas van destinadas al ka, el doble vital.

Esta corporeidad etérea, por sí misma, no es capaz de pervivir en el mundo de ultratumba, necesita del cadáver, quizá como punto de reconocimiento de su propia esencia, de ahí la exigencia del embalsamamiento y su consecuencia, la momificación, que mantendría incorrupto el cuerpo del difunto.


Serdab de la pirámide escalonada
de Djeser.
La experiencia llevaría a los sacerdotes funerarios (Hm-kA) a tomar en consideración la posible descomposición del cadáver bajo determinadas circunstancias, lo que causó, sin lugar a dudas, el uso de elementos de sustitución, estatuas (como la del faraón Djeser – Zoser- incluida en el serdab o casa de la estatua, ubicado delante de la pirámide escalonada de Saqqara), o máscaras funerarias, algunas de las cuales figuran entre las piezas más delicadas del arte egipcio.


Máscara de la tumba
de Tutankhamon.
Las máscaras funerarias se fabricaban  con materiales imperecederos, oro y piedras preciosas emulando los atributos divinos como nos muestra el papiro Westcar cuando relata el nacimiento de los tres gemelos de Ruddjedet, la esposa de un sacerdote de Ra, el señor de Sakhebu, y que más tarde se convertirían en los tres primeros reyes de la V dinastía.


‘Entonces se precipitó un niño de un codo de largo cuyos huesos eran firmes, sus miembros recubiertos de oro y su tocado de lapislázuli auténtico’.

Fue, en el Reino nuevo, cuando el acceso a la vida ultraterrena se generalizó, siempre y cuando se cumpliera el requisito básico: ser considerado justo en el tribunal de Osiris.

¿Cómo reconocer los senderos del Más Allá y evitar los peligros que subyacen en el mudo de ultratumba?.


Fragmento de los Textos de
las Pirámides de Unas.
Como el camino hacia la tierra de los justos estaba lleno de obstáculos fue necesaria la composición de fórmulas y conjuros que allanaran la senda de la felicidad eterna. En el Reino antiguo fueron los Textos de las Pirámides grabados en los muros de las V-VI dinastías, los que sirvieron de guía al monarca en su viaje al Más Allá. Luego, durante el Reino medio, se reemplazaron por los complejos Textos de los Sarcófagos, que derivaron, años más tarde, en el famoso Libro de los Muertos, escrito sobre papiros y vendas.


Lámina del Libro de los Muertos de Any.
El difunto, acompañado por Anpu (Anubis) se somete al juicio en la sala de la doble Justicia frente a Osiris y un panteón de 42 divinidades. Tras la muerte, el difunto pasa a la sala del tribunal del dios funerario quien sentado en su trono escucha los alegatos del fallecido, sus virtudes, como apreciamos en la estela de Antef, encontrada en el-Gourna.


‘He dado pan al hambriento y ropas a los desnudos. He cruzado al náufrago en mi propio barco’.

Así como la famosa retahíla de negaciones del capítulo 125 del Libro de los Muertos, de la que entresacamos


Mira, he venido ante ti, he traído las verdades después de haber eliminado para ti las faltas. No he cometido faltas contra los hombres, ni he empobrecido a mis socios, ni he cometido crimen alguno en el lugar de la verdad, ni he conocido lo que no debía, ni he actuado mal, ni he hecho diariamente que las tareas sobrepasaran lo que se me debía hacer, ni mi nombre ha llegado a la oficina del administrador de los sirvientes, ni he despojado al huérfano de sus cosas, ni he hecho lo que detestan los dioses, ni he calumniado un servidor a su superior, ni he causado dolor, ni he causado hambre....

… mientras su corazón, morada de sus acciones terrenas, es pesado en la balanza de la Justicia frente a la pluma mAat, símbolo del equilibrio cósmico.

Es el momento de invocar la letanía del corazón para que no se rebele contra él. Tomamos como ejemplo la inscrita en la placa III del papiro de Any.

‘¡Oh corazón mío que perteneciste a mi madre, oh víscera cardiaca mía que perteneces a mi ser! No te levantes contra mí en el testimonio, no te opongas contra mí en el consejo de magistrados cuando se produzca tu separación de mí en presencia del guardián de la balanza. .... No hagas apestar mi nombre a los miembros del séquito, ni digas mentiras contra mí cerca del dios. ¡Que sea bueno y hermoso escucharte!’.

Djehuty (Thot) redacta el acta de la sesión. Tras el consejo divino, el muerto puede ser considerado mAa-xrw, es decir, aquel cuya palabra es justa, pasando a formar parte del mundo de los espíritus o, si el balance de sus acciones es negativo, el monstruo Amit devorará su corazón y engrosará la lista de los muertos que habitan el mundo de ultratumba sin ninguna prerrogativa.

Para entender el significado de la muerte hay que comprender la creación de la vida. Hay un texto egipcio muy llamativo que liga la muerte a la aparición de la vida:

‘Cuando el cielo no se había formado, la tierra no existía, los seres humanos no eran, los dioses no habían surgido y la muerte no había aparecido.

Es la nada absoluta. La creación genera un ciclo cósmico que incluye la muerte como parte esencial de la existencia comunicando la vida terrena con la vida de ultratumba.

Otro aspecto notable del pensamiento egipcio es su interés por la reunión con los antepasados tras la muerte, cuya concesión es facultad del soberano.

Ahora, con brevedad, pasaremos a estudiar el significado de la tumba para los egipcios.

La tumba representa un lugar de protección frente a los peligros ultramundanos desconocidos por los hombres antes de morir, un refugio para la eternidad.

El periodo de vida de Unas es la eternidad reza el versículo 274 de los Textos de las Pirámides.

Desde tiempos remotos se consideró la tumba, la bella casa de eternidad, como la última morada del muerto. No fue un simple panteón para el reposo del sarcófago como en la sociedad moderna sino que la cámara sepulcral se completaba con almacenes, patios y jardines, y en ocasiones salas y antesalas comunicadas por largos pasillos (tumbas reales del valle de los Reyes).

El modelo varió con el tiempo y la dignidad del propietario.


Enterramiento de época
prehistórica.
En época prehistórica los enterramientos se realizaban en fosas excavadas y, en muchos casos, orientándose el cadáver hacia occidente, lugar de la muerte solar y reino de los muertos.

Durante las primeras dinastías, el aspecto de las tumbas, mastabas (banco en árabe) recordaba el de la fachada de un palacio. Algunos autores piensan que estarían cubiertas por un túmulo de forma semejante a los dólmenes europeos. En su extremo más oriental se esculpía la estela de falsa puerta  que permitiría al ba salir al día y volver por la noche a su reposo eterno. En la dinastía II, la fachada se alisa y la estela puede ser reemplazada por un nicho en el interior. Adyacente a esta estructura se construye el serdab, una pequeña estancia con una estatua del rey situada frente a orificios a la altura de los ojos que facilitaban tanto su mirada al exterior como la entrada de los aromas y fragancias de las ofrendas realizadas en su honor, así como la recepción de las oraciones y plegarias realizadas ante ellos. Con el paso del tiempo, el serdab fue reemplazado por una estatua colocada en el interior de la cámara sepulcral.

La cámara funeraria, asociada al mundo oculto se adosó, junto con otras estancias secundarias, a un pozo que se sellaría tras el entierro del difunto. En la parte superior, el cuerpo de la mastaba, se construyeron los almacenes para albergar las viandas y el ajuar funerario, comunicación con el mundo terreno.


Pirámide escalonada de Saqqara.
A partir de la dinastía III (desde Abu Roash hasta Meidum), los monumentos en adobe fueron sustituidos por construcciones en piedra, material eterno. Se pasa de la mastaba al aspecto piramidal. El primer paso evolutivo es la pirámide escalonada de Saqqara (aunque se piensa en la existencia de otras pirámides con gradas anteriores). El motivo de este cambio estructural no parece ser de orden estético sino religioso. Primeramente diseñada como una mastaba al estilo clásico acaba siendo una superposición de pisos que conforman una escalera que facilitaría a los cuerpos espirituales del monarca el ascenso al cielo. En la historia de Sinuhé se nos narra la muerte del soberano ‘Se fusionó con quien lo creó’. Recordemos los zigurats mesopotámicos.

Como reminiscencia se hace rodear de un complejo cuyos muros asemejan el palacio real y que incluyen en su interior dependencias ceremoniales para la realización de la fiesta de jubileo real que debía celebrarse a los 30 años del ascenso del monarca al trono (las siguientes serían cada tres años).


Pirámide acodada de Meidum.
El siguiente paso evolutivo está en Meidum. Los siete escalones de ascenso al cielo son rellenados hasta adquirir el aspecto piramidal que evoluciona a través de la forma acodada.

¿Qué indujo esta nueva transformación? La importancia solar en el mundo de ultratumba tendría, con toda seguridad, una fuerte influencia. Es de todos conocido el carácter simbólico de las pirámides como reflectoras de los rayos solares. Apoyan el concepto de la ascensión solar del rey (Los Textos de las Pirámides dicen ‘¡Que hermoso resulta ver cómo este dios asciende al cielo!).

No es un retorno al reino del generador, sino al creador mismo con el que se fusiona.

Otro aspecto de interés es el ascenso del monarca en vuelo (Sinuhé) lo que implica que el rey muerto fuera identificado con un ave, el único ser vivo capaz de ganar altura y acercarse al Sol ¿Qué animal mejor que el halcón? También hay ejemplos que lo asimilan a una garza o a un saltamontes.
Barca ceremonial de la pirámide
de Keops.

En este periodo histórico es importante la aparición de barcas ceremoniales para trasladar al difunto al Más Allá quizá como una reminiscencia del viaje por el propio Nilo (el éxodo hacia la eternidad se realizaría en barca) y la asimilación del monarca muerto con las constelaciones del cielo norte, dirección de los conductos de ventilación de la Gran Pirámide.

¿Cómo se produce la transformación del rey en el otro mundo? El poder es adquirido mediante la ingestión de otros seres como bien nos indica el Himno caníbal de los Textos de las Pirámides (Unas es aquel que devora a los hombres y vive de los dioses).

El ka real permanecería en la pirámide, mientras que el ba volvería a su origen.

Otro aspecto que confirma la importancia del astro solar es la orientación E-W  como influencia del curso diario solar.

Añadido al monumento mortuorio se levantó un templo funerario en la orilla del río unido por una calzada al templo ceremonial ubicado al pie de la pirámide.

¿Por qué un tamaño tan descomunal? Parece una simple demostración de poder sin otras connotaciones religiosas.

Las tumbas privadas se amontonarían cerca de las de los soberanos que las concedieron creando verdaderas ciudades funerarias. Con el paso del tiempo y por la pérdida de poder del rey, los nomarcas y otros nobles de categoría serían enterrados en las cercanías de sus propias ciudades (Beni Hassán, el-Kab,…).

La llegada del Reino medio supone un cambio cuantitativo en el número de pasadizos así como en la desaparición de la entrada del lado septentrional. Estos hechos se han explicado de dos maneras: la primera por un incremento en el ajuar funerario, menos valorado en las dinastías anteriores, y de otra, la prevención de los saqueos. Una tumba saqueada implicaba que su propietario perdía gran parte de sus derechos de eternidad o que limitaría su capacidad de vida en el Más Allá tras la muerte.

Además surge la segunda tumba o cenotafio y la eliminación en los muros de las pirámides de los Textos de las Pirámides que serán reemplazados por los Textos de los Sarcófagos, que han sobrevivido, además de en las cubiertas de los mismos, en tres papiros que probablemente se utilizarían como muestra fechados en la dinastía XI. Estos textos suponen, además de una amplitud geográfica (no sólo se encuentran en el norte, en las proximidades de Menfis), una amplitud social (más capas de la sociedad accederían a ellos), puesto que no se necesitaba una gran tumba, bastaba con su inscripción en el sarcófago mortuorio.


Inscripción biográfica de la tumba de Ahmose, el hijo
de Abana.
En las sepulturas privadas del Reino medio (incluso en algunas del antiguo, la tumba, aun manteniendo su fin original, casa para la eternidad, adquirió un papel más monumental en el sentido de que no solamente conserva los cuerpos del difunto sino que es el lugar apropiado para recordar sus hazañas y gestas terrenas, aquellos acontecimientos que le han valido el derecho de poseer una morada eterna. Es el caso de la tumba de Ahmose, el hijo de Abana, en el-Kab.

Los aspectos mundanos se localizan en la parte externa de la tumba, mientras que los referentes al Más Allá se situaron en la profundidad. En la antesala se ubican las estelas. La cámara sepulcral puede encontrarse a un nivel más bajo y se accede a ella por un pequeño pasadizo.


Vista general del valle de los Reyes.
En el Reino nuevo un orden distinto queda establecido. Los enterramientos reales se realizan en el Valle de los Reyes en hipogeos tumbas excavadas en la roca. Se observa un claro distanciamiento entre el mausoleo y el templo funerario situado al borde de la tierra fértil.

¿A qué es debido este cambio? Por un lado influencias de orden teológico y, por otro, es lógico pensar que el saqueo de tumbas obligó a los faraones de la dinastía XVIII al traslado de sus cuerpos a lugares de difícil acceso.

Los enterramientos del Reino nuevo presentan características arquitectónicas muy diversas. Elisabeth Thomas, quien ha realizado un estudio exhaustivo de estos monumentos, ha designado con letras sus principales dependencias: A. La entrada a la tumba o el pasaje de Shu donde el muerto se encuentra todavía en comunicación con el exterior; B. Pasaje de Ra bañado por los rayos solares donde se inscribían las letanías de Ra, aunque en algunas tumbas como la de Thutmose III, se trasladarían más al interior; C. Pasaje en el que descansan las 37 divinidades de las letanías, a veces con salas anexas; D. Corredor de enlace a la sala del pozo; E. Corredor de los obstáculos, con dos funciones claramente definidas: un componente físico, evitar que las aguas torrenciales alcanzasen la sala del sarcófago a la vez que limitar el acceso a los posibles ladrones de tesoros, y otro de componente religioso, servir como túnel de comunicación con el mundo inferior;
Libro del cielo.
F. Pequeña sala hipóstila, llamada el corredor del carro, considerada la frontera entre la duat superior y la inferior; Tras ellas hay una sucesión de salas y corredores (G-I) que desembocan en la sala funeraria, llamada ‘casa del dios’ o ‘vestíbulo en el que descansa’.



La tumba representa un microcosmos con los techos decorados representando el cielo, las constelaciones y los planetas, el llamado Libro del cielo.

Libro del Amduat.
El camino hacia la eternidad es difícil y lleno de obstáculos. La nueva teología crea un sistema complejo para guiar al monarca al tránsito por el mundo supraterreno. Las más antiguas son el Libro del Amduat que describe los trabajos solares en las horas nocturnas así como las criaturas del inframundo. El libro de las Puertas que reemplaza al anterior desde el reinado de Horemheb. En ellos aparecen diferentes tipos de seres: ahogados, espíritus justificados, entes protegidos
Libro de las Puertas.
por Horus de la putrefacción total que serán llevados a su debido tiempo al estado de bendición aunque no hubiesen realizado los ritos necesarios para una existencia eterna en el Más Allá (una especie de purgatorio) y los condenados, atados por las manos, como prisioneros de la otra vida.


Libro de las cavernas.
Libro de la Tierra.
Otras guías de carácter más auxiliar son: los seis capítulos del Libro de las Cavernas, existente desde Ramsés VI, que nos habla de las divinidades presentes en las profundidades y del renacimiento solar, el Libro de la Tierra y el de la Vaca celeste, dibujado en una de las cámaras laterales adyacentes al sepulcro.

Las tumbas nobiliarias se convierten en un punto de encuentro entre vivos y muertos. Los familiares, amigos y allegados del difunto quedan representados en sus muros transformando las escenas de la vida cotidiana en cuadros de eternidad. Además, es el lugar idóneo para las ofrendas, sacrificios y ritos que permitan la permanencia del difunto y de su buen nombre, llevados a cabo por el sacerdote funerario, Hm-kA.

Tardíamente surgen, en época ptolemaica, textos que muestran incredulidad frente a las doctrinas ortodoxas existentes.

Tardíamente surgen, en época ptolemaica, textos que muestran incredulidad frente a las doctrinas ortodoxas existentes.

Se escribió en la tumba de Petosiris en Gebel el-Tuna

Aún no ha regresado nadie que tranquilice nuestro corazón. Y solo queda la esperanza de que la fama perdure en las generaciones posteriores’... ‘Soy un hombre cuyo nombre debe ser pronunciado’.

Hasta aquí hemos repasado el significado religioso del Más Allá para los reyes y los nobles, pero ¿qué pasaba con el pueblo sencillo, el campesinado, los artesanos de baja clase? No tendrían acceso a una vida después de la muerte, no serían seres trascendentes desde un punto de vista cosmológico. ¿Tendrían alguna recompensa celestial por su cooperación en la construcción de los descomunales complejos piramidales aunque carecieran de equipamiento funerario? Sus tumbas eran simples enterramientos excavados donde se introducía el cuerpo sin momificar y que apenas han llegado hasta nosotros.

Parece lógico que, en estos casos, fuese, no tanto el poder, sino las buenas obras, las que confirieran un atisbo de vida ultraterrena al hombre de baja clase.

Tenemos noticia de las principales aberraciones que impedían el acceso a la vida eterna en el Reino antiguo ‘pisar la tumba en estado impuro sin haber realizado los rituales de purificación correspondientes, borrar inscripciones, poner un nombre en lugar de otro, extraer los ladrillos de las tumbas para otras edificaciones,...’.

La importancia de las buenas obras se ha inscrito en las Instrucciones para Merikara ‘Una vez muerto el ser humano, se queda solo y sus hechos serán amontonados a un lado... las acciones se recopilan en el corazón’.

Para terminar, comentar un aspecto básico en el desarrollo de las creencias religiosas egipcias en cuanto al faraón se refiere. Como el rey vivo es Horus, se transforma tras la muerte en Osiris, el príncipe del mundo funerario. Aquí surge el concepto de resurrección. Osiris es capaz de retornar a la vida, lo que abre un campo inmenso al difunto, la capacidad de renacer como ocurre en el cristianismo por medio de la resurrección de Cristo, de ahí que al muerto se le denomine en las estelas y en el Libro de los muertos como el Osiris N.

No hay comentarios:

Publicar un comentario